Vivimos una nueva edad de oro del documental, una nueva etapa de redefinición, renovación y recreación de la tradición, y el cine norteamericano ha representado, desde dinales de la década de los años ochenta, la vanguardia de esta nueva andadura a la que los públicos han respondido, como nunca antes lo hicieron, ante estas representaciones, a veces fracturadas, de lo real.