Francesc Daniel Ortusol nos habla otra vez del asilo en el que pasó su infancia en un relato crudo, únicamente suavizado por la inocencia de sus protagonistas, aunque los presente a veces como pequeños monstruos. No hay en su relato ninguna denuncia, aunque la situación de preste a ellos por las injusticias, los horrores y los abusos de aquellos tiempos de la postguerra. Únicamente hace hincapié en la poca preparación de educadores y maestros, muchas veces auspiciados por el propio régimen franquista. Nos recuerda cómo es el primer amor, o por lo menos el suyo, en el que la hambruna de cariño es superior al hambre eterno que padece, entregando alma y corazón en el lance, convirtiendo el amor en su presente y su futuro.