La fragata Lealtad deberá afrontar las amenazas de las nuevas naciones americanas independizadas, con guerra declarada a España e intentos de levantamiento en las islas de Cuba y Puerto Rico. Nombrada en principio para formar parte de la escuadra de Observación, deberá trasladarse meses después al Cantábrico en misión de vigilancia contra el tráfico de armas carlista. El teniente de fragata Francisco Leñanza, además de padecer los duros avatares de mar y guerra habituales en su carrera, sufrirá con enorme peligro diferentes atentados en tierra y a bordo contra su persona.