En 1956, Julien Gracq termina una novela en la que llevaba inmerso tres años y que vería la luz póstumamente en 2014. La obra, ambientada en una época imprecisa -acaso la Edad Media- y en un reino asediado que está llegando a su fin, es una metáfora de la Ocupación. Para plantar cara a sus opresores, un grupo de voluntarios emprende un viaje a través de ciudadesamuralladas para la naday tierras llenas decontrastes entre las negras pesadillas nocturnas y el deslumbramiento frente al amanecer del mundo.Las tierras del ocaso es un canto a la fraternidad y al espíritu de resistencia ante los signos de un inminente cataclismo, así como una fiesta literaria de los sentidos. A Gracq no le dieron el Nobel porque lo hubiera rechazado. El País.Le creíamos anticuado y es el más moderno de todos, es el porvenir. Enrique Vila-Matas.La publicación de esta novela inédita es un acontecimiento literario de primer orden. Le Magazine Littéraire.La rentrée literaria va a estar marcada por un invitado sorpresa, un resucitado que muy bien podría proyectar su legendaria sombra sobre los candidatos al premio del otoño: Julien Gracq. Le Figaro.Las tierras del ocaso constituye una pintura que sólo Rembrandt podría haber representado. Critiques Libres.Un placer para el lector. Libération.Gracq es uno de los escritor...
