Espacios para la música describe unos cuantos capítulos de un romance eterno: el que músicas y arquitecturas celebran desde sus acuerdos de origen. El libro cuenta sus más felices encuentros y se demora en sus varias y sabrosas lunas de miel: cuando la música-contenido suena y la arquitectura-continente resuena. El autor, doctor arquitecto, catedrático de Estética y Composición y musicógrafo, recorre una frontera que le es familiar: por sus márgenes, de uno y otro lado, ha transitado en sus investigaciones largamente, con asiduidad y cumplido reconocimiento, a través de cursos y conferencias, ensayos y artículos. El libro apunta que, si bien toda música puede haber lugar en cualquier parte, hay un espacio apropiado adonde ella se realiza en plenitud y esplende, haciendo esplender a su vez el recinto que la recibe y consuma. Cuando ello sucede, cuando la arquitectura sirve a la música el eco adecuado a sus voces y un segundo instrumento que glorifica los que le son propios, dase en hora buena un recíproco estado de gracia cuya beatitud este libro proclama.