«Imaginaba a las damas del harén, a sus anchas al otro lado de los muros de la jaula. Se entretejían mutuamente trenzas; se ejercitaban en el bordado; rasgueaban el dulcimer; fumaban narguiles; estudiaban libros sobre la manera de procurar el placer a los hombres; se rascaban y aguardaban a su amo.» Y cuando Orjan es liberado de su cautividad en el harén imperial se ve rodeado de concubinas que lo proclaman sultán. Pero en esta deliciosa novela de extraño erotismo, nada es como parece, y Orjan, en cualquier caso, está muy lejos de ser el amo de sus odaliscas. Tentación, seducción y magia, cocodrilos o un ejército de genios diminutos son algunas de las armas empleadas por nuestras malvadas huríes, que engatusan a Orjan y lo arrastran paso a paso hacia un desenlace tan placentero como fatal.