La evaluación clínica en el anciano tiene, en principio, las mismas características que en cualquier otro paciente. Sin embargo, por su edad y frecuente patología asociada, precisa de una valoración clínica, funcional, mental y social, ya que todas ellas van a estar relacionadas. La patología relacionada con la ansiedad es muy frecuente en psiquiatría y en los ancianos puede resultar difícil de tratar. Acompaña a numerosos cuadros clínicos, tanto médicos como psiquiátricos, en ocasiones como síntoma principal, dando lugar a síndromes ansiosos específicos. Estudios realizados en el ámbito hospitalario muestran que la media de fármacos consumidos es de ocho, lo que incrementa la posibilidad de reacciones indeseables, incompatibilidades e interacciones. En los tratamientos en ancianos, hay que tener en cuenta los factores de Automedicación, Incumplimiento, Pluripatología, Cronicidad y Politratamientos. La depresión es el trastorno psiquiátrico más frecuente en los ancianos. Su presencia disminuye la calidad de vida, aumenta las enfermedades físicas y acorta la vida media. Se eleva el riesgo de muerte prematura, no sólo por el incremento posible de suicidios, sino por la patología somática y la disminución de las defensas. Prolonga las estancias hospitalarias y da un peor grado de funcionalidad, con repercusiones económicas y sociales muy elevadas, en costes directos y, sobre todo, indirectos, ya que genera numerosas consultas, ingresos, tratamientos o bajas laborales. El delirium es un cuadro clínico que puede aparecer a cualquier edad, pero sobre todo en niños y ancianos. Estos últimos son los más propensos a sufrirlo, por el propio proceso del deterioro cerebral, la frecuente patología somática concomitante y las medicaciones que, a menudo, se superponen. Es muy importante identificarlo adecuada y precozmente bien en domicilio, residencia u hospital para iniciar el tratamiento correspondiente.