Estoy seguro que, como la historia que les voy a contar, hubo muchas otras durante nuestra guerra del 36, pero ésta que antes me contaron a mí, y que es totalmente cierta, creo que merece ser digna de seguir siendo contada, para así descubrir las miserias y atrocidades del ser humano cuando se encuentra presionado por ideas políticas que al final se demuestra que para lo único que sirven es para hacer lo que unos pocos quieren, y que casi siempre no es lo que quiere la mayoría tranquila y, sí, la minoría exaltada o revolucionaria. Pero es a lo que se dedican esos pocos, a provocar a las gentes, en muchos casos simples campesinos o trabajadores de jornada más que completa por poco jornal, convirtiéndolos en inhumanos capaces de matar, violar, robar y cometer atrocidades contra sus semejantes que ya lo firmaría la más asquerosa hiena del desierto. Estos hechos ocurren antes, durante y después de nuestra gloriosa o des-gloriosa guerra civil, y se desarrollan, principalmente, en el Concejo de Aller, en Oviedo y en lugares, todos en Asturias, tan hermosos que parecería imposible tal calamidad del destino.