Teodoro, es como el caso de Tales, que cuando estaba haciendo astronomía y mirando hacia arriba se cayó en un pozo. Y se dice que una sirvienta tracia, bonita y graciosa, se burló de él porque se esforzaba por saber lo que está en el cielo y le pasaba inadvertido lo que estaba delante de él y a sus pies. La misma burla se aplica también a todos los que pasan su tiempo en la filosofía. Pues, en verdad, a una persona de esta índole el que está cerca y el vecino le pasan inadvertidos; no sólo lo que hacen, sino que falta poco para que no advierta si es un hombre o alguna otra criatura. Qué es el hombre, en cambio, y qué le conviene hacer o parecer a una naturaleza de tal índole, a diferencia de las demás, lo investiga y se esfuerza por indagarlo atentamente. (Teeteto, 174ab.).