Badenheim, ciudad de veraneo. Año 1939. Con el buen tiempo, a la ciudad llegan los huéspedes de temporada, dispuestos a tomar el sol, oír música, comer pasteles, disfrutar de agradables veladas y observar la vida ajena con interés. Son judíos acomodados, seguros de su repetabilidad y centrados en sus pequeños dramas personales o domésticos. A su alrededor, las señales de que algo raro está pasando son evidentes: aparecen cercas y alambradas, se habla de un tren que les llevará a Polonia, el Departamento de Sanidad exige que todos los judíos se regustren. Parece que este año será muy alegre, es el comentario general.