En los años cincuenta, Català-Roca viajó sin descanso por España. A lomos de su vespa, descubrió un país antiguo, que empezaba a desperezarse. Durante más de veinte años, su retrato social produjo una colección asombrosa de imágenes inolvidables. “Cuenca hacia 1956” fue uno de los frutos más relevantes de aquel largo viaje.