Entre una obra amplia, totalizadora y otra más breve, aparecen también pequeños islotes, diminutos frutos que, como radiantes cerezas, saltan desde la pluma frondosa de la escritora a la cesta común de toda su creación. Y Una cesta de cerezas es el título con que bautizamos el presente libro; no podía ser otro, pues el cajón de sastre, empleado por muchos escritores para meter en él lo que no encajaba en otros libros, resulta ya muy usado, es un cajón apolillado que no tiene la frescura de una cesta de cerezas que se ofrecen al lector goloso, a la persona que alarga su mano para tomar una de esas frutas y van saliendo una tras otra, golosinas de un árbol inmarchitable; pues el árbol literario de Dolores Medio es muy frondoso, mucho más de lo que se puede pensar, con mil ramas que incluso los estudiosos de esta autora desconocen.