Angélica y su hija Sarah no pasan por sus mejores momentos. La madre trata por todos los medios de derribar el muro de incomunicación que se ha levantado entre las dos y consigue captar su atención hablándole de cómo asistió, con veintiún años, a Woodstock. Pero, como pronto descubrirá Sarah, no se trata del conocido festival de música de 1969, sino un congreso de física en el que participaron miles de científicos, celebrado en marzo de 1987, tras el descubrimiento de los materiales superconductores a alta temperatura.