Para María Zambrano la filosofía era un desafío a la inercia de las cosas, a la movilidad de la realidad de facto, una hazaña apasionada, movida por la fe en el poder del pensqamiento y en su capacidad para disolver las rigideces de la existencia. Escribía sin tregua, incluso en los momentos más dramáticos, como si escribir fuera un modo de enfrentarse a los acontecimientos de evitar que la sofocaran. Su obra filosófica es una reflexión rigurosa e infatigable sobre la vida, presenta la unidad de un organismo, no la de un sistema.