Alejandro Martín Navarro comenzó a escribir Aquel lugar cuando aún no se había publicado su primer libro, Vasos de barro . Han pasado, entretanto, seis años, y en este tiempo ha ido aceptando lo que la Poesía ha decidido hacer con él: un poeta elegíaco, es decir, un poeta que escribe desde la experiencia de la pérdida. Según el mismo autor dice: se canta lo que se pierde, o lo que jamás se ha tenido, y eso que se canta parece como si quedara guardado en aquel lugar que no somos capaces ni de nombrar. A veces pensamos que es la infancia, otras lo vislumbramos en el fracaso del amor perdido, o en la alegría frágil del amor presente. Si algo tienen en común todos los poemas que he escrito, es ese saberse escorias, restos de algo innombrable y sagrado que pretenden rememorar. Por eso la poesía elegíaca no es necesariamente pesimista o nihilista, sino que puede convertirse en cántico, en forma de describir la relación del hombre con lo divino. Por eso es para mí la poesía una liturgia, una forma de piedad.