Procediendo de igual modo que las sectas, la pedagogía hizo creer a los maestros que poseía en exclusiva la verdad absoluta sobre la educación. Fue un discurso inicial tan lejano de lo conocido y tan paralizante que cuando se pudo reaccionar contra él ya había adquirido rango de ley. Su implantación se hizo, como también es habitual en los procesos de captación sectaria, imponiendo un nuevo lenguaje que incorpora inevitablemente la ideología oculta que alimenta todo el proceso.