Ningún escritor, quiero decir la realidad que su obra irradia, encarna la pesadilla alucinante del siglo que termina como Franz Kafka . Su mundo literario (que abarca tres novelas inconclusas, unos copiosos diarios, un volumen de narraciones y aforismos y una abundante correspondencia(, concebido en las dos primeras décadas de la presente centuria es el espejo en el que nos contemplamos con una mezcla de estupor y horror. En esas cuartillas apretadas, repletas, en las que hasta los bordes son escritos o rellenados con dibujos, obtenidas en una lucha feroz contra todo y todos, está el siniestro y falaz espíritu de nuestra época.