Julio González (1876-1942) es reconocido unánimamente como uno de los pocos artistas imprescindibles para entender la evolución de la escultura del siglo XX. Mientras que la escultura tradicional era inseparable de los conceptos de masa unitaria y de forma cerrada, en los años 30 González abre el camino a lo que será la corrientes pri cipal de la escultura moderna, al iniciar una escultura basada en el assemblage, es decir, en la adición de elementos separados originalmente, y en la construcción de formas por medio de líneas, planos y vacíos. Todo ello unido a la utilización de un material y una técnica hasta entonces inéditos en el campo artístico: el hierro y la soldadura autógena.