“Este libro, que se editó por primera vez hace cuatro décadas, es un hito de fuego en la literatura contemporánea, una antorcha hiriente que ilumina el aterrador instante [la agonía de un torturado y maltrecho moribundo oriental] captado supuestamente durante una revuelta del año 1900 en Pekín por un fotógrafo que puso la plancha en las manos del doctor H. L. Farabeuf . Esta primera obra maestra de Elizondo [no es la única], larga y justamente celebrada y traducida desde 1965, es como todos sus textos un producto de estilo y factura absolutamente atípicos y ajenos al de toda la literatura contemporánea en lengua española, y a lo mejor en muchas otras.” Eduardo Lizalde No hay en este vasto aullido, de rara erudición estética y científica, de sostenido vigor verbal y aliento poético estremecedores, ningún intento de alocución edificante o condena moral del hecho atroz que se describe. Farabeuf es sólo una desnuda, descarnada, fría y trágica mirada sobre ese páramo funesto que pareciera simplemente, sin más trámites, decirnos: “esto es el hombre”, ésta es una tarea de un grupo de humanos.