En el inicio de los tiempos, cuando las fronteras entre naciones no existían y los hombres no miraban al universo con indiferencia, los dragones y los seres humanos vivían juntos. En esa época se podía ver lo invisible y tocar allí donde el tacto no llega. De cada rincón de la tierra manaba una música distinta, maravillosa y sobrenatural, que era audible para todos los seres que la poblaban. Y eso era así porque la vida se regía por los principios de la fantasía, la belleza y el amor.