Arthur Rimbaud (Francia, 1854-1891) consume su vida como un relámpago. Cansado de la hipocresía de su ciudad y ávido por descubrir otras facetas de sí mismo, en su adolescencia se lanza a vagabundear por Europa. En esa búsqueda frenética, incursiona por los mundos más marginales. Recurre al alcohol, al hachís y al opio como instrumentos de conocimiento.El vértigo impregna también su escritura. En pocos años -y en estado de éxtasis- vuelca en pocas páginas una de las obras más revolucionarias de la poesía. En su intento de transmutar sus experiencias vitales en palabras, logra un testimonio que golpea fuerte.Mientras en París su nombre y su poética se convierten en un mito, él deambula a caballo por las montañas de Etiopía, fusil en bandolera, comerciando y traficando armas. A los 36 años le amputan una pierna; meses después muere.En ARTHUR RIMBAUD PARA PRINCIPIANTES , la poeta Agustina Roca revive su rebeldía, desde los tumultuosos amores con Paul Verlaine hasta la pasión que impregna cada una de sus palabras. Y los trazos del pintor Daniel Santoro capturan toda la virulencia de sus revelaciones.