La pequeña Curie era la bomba: aprendió sola a leer, sabia patinar sobre hielo, tocaba el piano, hablaba cinco idiomas (¡incluido el polaco!) y además era bien guapa. Lo normal es que de mayor ya no le quedara mucho por descubrir y se aburriera como una ostra.., pero no había hecho más que empezar: su energía atómica no se detendría hasta resolver uno de los misterios científicos más desconcertantes y peligrosos de todos los tiempos.