Una metáfora de la fragilidad de la vida reflejada en una partida de billar. Dino tiene dos pasiones: el billar y empedrar calles. Tanto el juego como el trabajo significan para él una verdadera filosofía de la vida. El billar, un juego que posee el rigor del orden y la racionalidad cartesianas y el trabajo la simetría y la coherencia: empedrar calles significa empotrar los adoquines en la tierra, distribuirlos bien, martillar sobre ellos. La buena alineación de las piedras, corresponde pues al orden que reina en la vida de Dino. Por las noches, en las horas de descanso, son las veladas serenas y ordenadas con Sofía. Un día, el funcionario de la comuna anuncia que se acaba la faena de empedrar las calles, que «ha llegado el asfalto». Por otro lado, Sofía espera un hijo. El caos, destruye la barrera de lógica que Dino ha levantado en torno a su existencia.