Coincidiendo con la publicación en Francia de Ada o el ardor , Vladimir Nabokov , aceptó la invitación de Bernard Pívot. Era un hecho doblemente excepcional: por la calidad indiscutible del programa, y porque Nabokov muy raramente concedía entrevistas. Un ejemplo mítico de la mejor televisión. «Detesto a los divulgadores comprometidos, a los escritores sin misterio, a los infelices que se alimentan con los elixires del charlatán vienés.»