Cuando en 1976 se graba este programa, Sender ha vuelto del exilio, que le llevó por Guatemala, Méjico y finalmente como profesor en California. El autor de Crónica del alba tiene una temprana vocación de escritor, «era la pesadilla de un bibliotecario de Zaragoza», que persiste a lo largo de su vida: «Para escribir hace falta tener un sentido ascético fuerte y una fuerte determinación. En mi caso no es raro. Los aragoneses somos muy testarudos ». Pasa unos años en Madrid: «Dormí doce o quince veces en el Retiro, en un banco, para luego ir al Ateneo», y en rebeldía con su padre va a la guerra de Africa en 1921. De la experiencia sale su novela-testimonio Imán. Entra a trabajar en El Sol , y conoce la cárcel por conspirar contra la dictadura de Primo de Rivera , «pero la verdad es que la recuerdo como un sanatorio de lujo». Recibe el Premio Nacional de Literatura en 1935 por Mr. Witt en el cantón : «La dicté a mi esposa con la que acababa de casarme>>. Escribe múltiples novelas sobre temas americanos, como Epitalamio del prieto Trinidad , sobre los bajos fondos de Méjico, o La aventura equinoccial de Lope de Aguirre, pero «yo soy inevitable y fatalmente español». Del anarquista, amigo de Durruti , «queda un hombre con el amor de la libertad que he tenido siempre, por la que estaría dispuesto a jugarme la vida si fuese necesario».