La dirección del hotel la instaló en una de las habitaciones para clientes permanentes, en el tercer piso. Desde allà veÃa las montañas cubiertas de nieve por encima de los tejados. El pueblo de Carstairs estaba en el valle de un rÃo. TenÃa unos tres o cuatro mil habitantes y una calle mayor que iba cuesta abajo, junto al rÃo, y después seguÃa cuesta arriba. HabÃa una fábrica de órganos y pianos. Las casas estaban construidas para durar toda una vida, los patios eran amplios y las calles estaban flanqueadas por arces y olmos antiguos. Nunca habÃa estado allà cuando habÃa hojas en los árboles. Se alegró de poder empezar desde cero; se sentÃa tranquila, agradecida.