Hasta llegar a Lope de Vega y la comedia nueva, la escena peninsular no alcanza más alta cima que la obra de Gil Vicente . Es el suyo auténtico teatro de vanguardia, sin otras reglas que el gusto por la experimentación dramática y lingüística, con una inigualada capacidad para retratar la abigarrada realidad de los nuevos tiempos y recrear las ensoñaciones novelescas de sus protagonistas. Entre los textos en castellano -reunidos aquí en su integridad, sobre la base de todas las ediciones antiguas-, figuran algunos de los aciertos máximos de autor: la Comedia del Viudo, las tragicomedias de Don Duardos y de Amadís de Gaula, los autores de los Cuatro Tiempos y de la Sébila Casandra, la farsa de las Gitanas... La riqueza de la obra vicentina en temas, personajes y lenguas da pie a Manuel Calderón para una erudita anotación complementaria, que extiende su validez a muchos otros productos del teatro prelopesco.