Los criterios son bastante claros -nos dice Chomsky- : un estado delincuente no es sencillamente un estado criminal, sino un estado que desobedece las órdenes de los poderosos... los cuales, huelga decirlo, están exentos. Al denunciar este estado de cosas, que hacen de los Estados Unidos un estado mercenario que se dedica a imponer la ley con la esperanza de que otros les paguen por destruir el mundo, Noam Chomsky nos invita, como siempre, a pensar críticamente, a reconocer las mentiras vengan de donde vengan, a descubrir la desinformación y, sobre todo, a preguntarnos en qué clase de mundo y en qué clase de sociedad queremos vivir, y en particular cómo concebimos la democracia cuando decimos que queremos una sociedad democrática.