El rey David, uno de los personajes más importantes y complejos de la Biblia, ha sido objeto de innumerables descripciones y retratos, tanto artÃsticos como literarios. La magnÃfica escultura de Miguel Ãngel es quizá la obra de arte más conocida del mundo, y la historia de ese humilde pastor que mató a Goliat y se convirtió en rey ha alcanzado un rango casi mitológico. Pero ¿fue David una persona real? Y, en tal caso, ¿qué tipo de persona fue? A través de una lectura estricta y crÃtica de los textos bÃblicos, la historia antigua y los hallazgos arqueológicos más recientes, Steven L. McKenzie llega a la conclusión de que David fue, en efecto, una persona real. Este David, sin embargo, no fue un héroe sino un usurpador, un adúltero y un asesino, un déspota de una calaña habitual en el Oriente Medio. McKenzie demuestra que la historia de sus humildes orÃgenes es totalmente falsa -pastor no es sino una metáfora de rey- y que David procedÃa de una familia acaudalada de clase alta. Asimismo, McKenzie revela cómo la ascensión de David al poder, atribuida tradicionalmente a su popularidad y a la bendición divina, fue de hecho el resultado de una campaña de terror y asesinatos. Aunque instauró una monarquÃa en todo el sentido de la palabra, David fue en realidad un caudillo agresivo, un polÃtico tortuoso y un militar despiadado. Durante su escandaloso reinado murieron, en momentos oportunos y en circunstancias cuestionables, figuras importantes que se interponÃan en su camino. No se salvaron ni sus propios hijos. La historia de David, escribe McKenzie, recuerda uno de esos seriales modernos repletos de sexo, violencia y luchas por el poder. Tras una investigación cuidadosa y con una prosa vÃvida, El rey David nos ofrece una reevaluación sugestiva de la vida de una de las figuras más compulsivas de la Biblia. Se trata de una obra de erudición, profunda y valiosa, que será especialmente bien recibida en el clima actual en el que muchos estudiosos se muestran tan reacios a reconstruir la historia del antiguo Israel. Utilizando un método histórico ponderado para analizar los textos bÃblicos, McKenzie crea una imagen vÃvida y plausible del rey David. La combinación de