Claudio Rugafiori , quien estuvo a cargo de la edición francesa de El contracielo , ha escrito: “Desde la adolescencia René Daumal conoció un mecanismo negador perfecto; él niega sistemáticamente, no en virtud de un acto gratuito, sino por querer afirmar la identidad entre conciencia y negación”. Alquimia del verbo, negación deliberada y casi orgánica del nombre, El contracielo se levanta para generar un vórtice, en cuya ondulación perpetua se escucha “no mis palabras, sino el tumulto que se eleva en tu cuerpo cuando escuchas. Son rumores de combate, ronquidos del dormido, gritos de animales, el ruido de todo un universo.” “Tenía dudas sobre la publicación de este libro. Sé que no se aprende a nadar en un instante, que se debe haber chapoteado sólo por gusto, para darse movimiento, aun antes de saber que hay ríos que atravesar. Pero el aprendizaje no es un espectáculo. Sin embargo, algunas personas que estimo me aseguran que ya hay miradas sobre costas reales, que estos escritos ya no me pertenecen y que pueden servir a otros. Cedo, pero tomo algunas precauciones.” René Daumal