Cuando era todavÃa un joven escritor huido de la Rusia de la Revolución, y totalmente desconocido, William Gerhardie escribió una carta llena de admiración a Edith Wharton y ella le invitó a su villa en Hyères. Gracias a su educación -era hijo de ricos industriales ingleses instalados en San Petersburgo- el timidÃsimo Gerhardie logró mimetizarse entre los ilustres invitados de la mansión y no habló con nadie durante casi dos dÃas, hasta que se atrevió a preguntar a su corpulenta vecina de mesa quién era la dueña de la casa y se oyó un aterrador y frÃo Soy yo. Sólo un personaje asà podÃa escribir una novela como ésta. Tal vez la única novela cómica ambientada en la Rusia mitad blanca y mitad roja de los años 1920. Todo se derrumba, pero el protagonista, Nikolai Vasilievich, sigue ocupándose de sus minas de oro en Siberia y cultivando el espléndido ramillete de sus tres hijas, cada una fascinante a su manera. Eso conlleva recibir en casa un sinfÃn de amantes, parientes diversos, estafadores, parásitos y meras comparsas que dan pie a una sofisticadÃsima comedia de equÃvocos y traiciones. El resultado es un libro, de un magnÃfico estilista, que parece destilar en cada página una delicia volátil y un tanto ácida, como muy bien dijo Giorgio Manganelli.