Como preámbulo a la lectura de este libro, patrocinado por el mítico dios Baco, quiero evocar, sucinta y claramente —como un brindis simulado, pero fervientemente anímico—, que el vino es nuestro buen amigo rutinario e íntimo, que convive con uno durante toda la vida y que está presente lo mismo en los grandes y lúcidos banquetes que consolando y animando el trago peligroso del profundo dolor. Y por esta razón mi libro muestra y describe el cómo y el porqué de la humanitaria y natural misión que subrepticia y caritativamente realiza en la vida cotidiana el vino peleon, el de las viejas tabernas madrileñas (el parlamento de los enofilos), el vino tinto huérfano, sin apellidos, pero para mí y mi libro, al menos, es el más bueno y filantrópico de todos, haciendo olvidar y reír —siquiera a ratos— grandes penas y preocupaciones insolubles y peligrosas. Yo he dicho siempre que si no se bebiera vino cada día habría una revolución en el mundo. Por tanto, ?loor y gratitud al vino, sobre todo el español!