Las experiencias de la guerra llevan a Rózewicz a meditar sobre los principios de la ética y del orden moral y buscar a través de la poesía las nociones de la virtud, la belleza y la verdad que han perdido su valor y su antiguo sentido durante los trágicos acontecimientos. Se vuelven casi su obsesión y empiezan a condicionar toda su obra literaria. A causa de estas búsquedas y por desacuerdo con las anticuadas ideas sobre arte, Rózewicz interrumpe sus estudios para dedicarse por entero a la literatura: en la casa me espera la tarea: Crear la poesía después de Auschwitz. (He visto el monstruo maravilloso).