Un teatro así, ¿para qué? De Tavira lo define categóricamente: para saber que la realidad es transformable, para no perder la humanidad del hombre, para reencontrar la dimensión espiritual del teatro, teatro para no renunciar a ser otros. Esos “otros” que permiten al actor ser lo mejor de sí mismo. Reencontrar la dimensión espiritual del teatro y verificar que la realidad es transformable ha sido el motor de Luis de Tavira para transitar por las incógnitas y parajes que lo han llevado a sus más de sesenta montajes escénicos de las trece piezas teatrales de su autoría. Convencido de que la historia nos ha enseñado que en momentos semejantes la supervivencia y el renacimiento del teatro han dependido de la audacia, la consistencia, la creatividad, la libertad y las condiciones de propiciación que caracterizaron a las vanguardias, hoy habría que restablecer el diálogo entre innovación y tradición. Este diálogo, dice De Tavira, está a la espera de ser comenzado. Patricia Cardona