Pocos períodos tan activos para la reflexión literaria como los siglos medios. Al compás de la creación poética trovadoresca, se construye una tradición de tratados en los que se fijan las primeras imágenes de un pensamiento teórico que, además de reglas y de preceptos, se ocupa por perfilar el marco de relaciones en que esta poesía ha de ejecutarse. Más allá de este universo de creación, nobles y eruditos de diverso estado se interesan por definir el valor de la poesía (en cuanto a creación literaria) y por señalar las funciones que debe desempeñar la obra creada, así como por defender su propia labor, situándola en el entramado doctrinal (ser cortesano o puramente letrado) al que pertenecen. Estas dos líneas conforman el objeto de estudio de este volumen, consagrado, entonces, al análisis de las primeras manifestaciones de la crítica literaria peninsular.