Con ironía profunda, Ashbery manipula las jergas de la esperanza humana (filosofía, astrología, religión, psicoanálisis, floklore) para ofrecer su diagnóstico agridulce sobre una vida, con forma de camino, condenada sólo a ser promesa de otra vida. Los pornombres trastornados de Ashbery deambulan sobre un tapiz llano de escenas familiares, los místicos ingleses, Shakespeare, Henry James, John Clare, Roussel, De Chirico, Auden o Gertrude Stein... precursores, artífices de otra tradición que este libro reclama y conmemora.