La gastritis, de tan frecuente que es, normalmente casi no es tenida en cuenta, pues quien la padece atribuye sus síntomas a causas reconocibles, como una comida copiosa, beber alcohol en demasía o comer muy deprisa. También, y con la misma rapidez diagnóstica, lo atribuye a “los nervios”, a ese estrés que no le abandona. Las noches de juerga, comer comida basura o alimentarse con fritos, también son causas reconocibles y justificables.Pero detrás de estos síntomas también puede haber una enfermedad real, no siempre fácil de curar, que necesita atención médica y un tratamiento eficaz, tal y como en este libro se les detalla.