Érase una vez una joven alegre, con ganas de vida y de amor. Trabajaba en una joyería de una ciudad de provincias, y no pudo resistirsea los encantos de un apuesto policía. Se casaron y tuvieron dos hijos. Acabaron viviendo en un pequeño apartamento de Valladolid que ahora el hijo, ya mayor, recuerda con nostalgia. Vuelven a su mente los días luminosos en compañía de su madre, su figura inclinada sobre la tela que estaba cosiendo, sus charlas y su figura esbelta protegiéndole de los males que la vida acarrea consigo.