Una novela que se adentra en los mecanismos de la delaci#n y la supervivencia, del dominio y la traici#n de los semejantes, y que fue, durante mucho tiempo, una de las preferidas de su autor. Sentado junto a una ventana con vistas a un lago cuyas aguas indefinidas, let#rgicas, pusil#nimes e indecisas le parecen fiel imagen de aquellos que, esperando su muerte, lo rodean en su retiro, el juez Casald#liga ya no recuerda aquella frase que su padre le repet#a: Has de tener bien presente que un hombre no es nada sin un destino. Un destino que #l busc# durante mucho tiempo, hasta que, en 1939, al regresar despu#s de un exilio de tres a#os en Lisboa, vio claro que el final de la guerra le brindaba una oportunidad para decidir no s#lo su destino, sino tambi#n el de sus semejantes. De El siglo se ha dicho: Las oraciones, a veces largas, y parcas en di#logo, comunican el sentido del tiempo, del siglo, que a su vez viene a ser no s#lo el siglo en que vive Casald#liga, en que vivimos nosotros, sino El siglo , el mundo, la vida. J. H. Abbott, ABC