El 24 de agosto de 1940 un tren con 927 refugiados españoles- muchos de ellos catalanes- salía de la estación de Angouleme, en la región francesa de la Charente. Las tropas alemanas de Hitler acababan de dividir Francia en dos, y los refugiados creían que los llevaban a la zona no ocupada. Pero pronto se dieron cuenta de que iban hacia el norte. Cuatro días más tarde, llegaron al pueblo de Mauthausen. No les sonaba de nada el nombre de un campo de concentración que, en unos años, sería uno de los símbolos del holocausto y el exterminio. En aquel lugar se produjo una dramática separación: los soldados alemanes obligaron a apearse a los hombres, a partir de los 13 años de edad, sin importa que se tratara de ancianos o niños. Era el inicio de la tragedia.