Nueva incursión en el teatro del autor de Aguas tan frías que hielan el corazón. “ ... estructura iconoclasta en cuanto teatro al uso, y culminada con un texto arrebatador, que salpica de sangre y lágrimas los más recónditos lugares del amor, entendido como un paisaje de destrucción, soledad y vísceras humanas”. Estas palabras de la introducción del libro definen perfectamente lo que el autor ha querido transmitirnos con su obra: la idea de la soledad, la soledad del ser humano, la soledad después de la muerte. Soliloquio cruel y macabro de una mujer enloquecida con una sorpresiva propuesta final, uniendo ciertos rituales tribales al misterio de la comunión cristiana, en un proceso de antropofagia.