En sus rostros se refleja el orgullo de ser mujeres trabajadoras y de vivir en una sociedad que empieza a reconocer y a respetar sus derechos y a tener en cuenta su enorme potencial en la economía y en el desarrollo social. Ellas, a través de la moda, reflejan las ansias de cambio y la ilusión por un futuro más prometedor que el que habían conocido hasta entonces, y así lo atestigua la alegría impresa en sus facciones, incluso a pesar de las duras condiciones de trabajo que imperaban entonces. Sin embargo, una guerra civil y cuarenta años de dictadura truncarán este proceso y esta lucha femenina hacia la igualdad sin que se pudiera volver a reabrir en el estricto sentido en que entonces se planteó hasta la recuperación democrática, en la segunda mitad de los años setenta.