Microhistoria es un ensayo sobre el pasado. Lo pretérito es un repertorio de hechos ocurridos, pero también aquello que habiéndose concebido no se consumó. El historiador estudia lo pretérito para averiguar qué hacían nuestros antepasados, pero también para saber qué hacemos ahora. Puede mirar a lo lejos y lo general, lo cercano y lo concreto. Cuando estudia lo particular y lo próximo, el historiador es una suerte de entomólogo. Permítasenos esta metáfora: al examinar ese insecto descubre cosas del ser vivo, pero también de la colectividad a la que pertenece, de los instintos que lo gobiernan. El ser humano no es un insecto, no es ese invertebrado. Ahora bien, vive en comunidades y con sus semejantes establece interacciones basadas en reglas o normas, o basadas en la voluntad, la deliberación. Lo enfocado a pequeña escala nos dice mucho del comportamiento humano.