La santa Rusia no es santa porque los rusos sean moralmente mejores que otros pueblos; lo es porque desde lo profundo de la tierra rusa se eleva siempre una voz imperceptible, silen-ciosa y casi ahogada, un deseo de santidad y de unión con Cristo. Este librito, en forma de breves aforismos, recoge algunas de estas voces (Serafín de Sarov, Silvano del Monte Athos, Florenski, Tolstoi, Dostoyevski…) que hablan de pureza del corazón, vida eterna, tristeza, pasión y resurrección de Cristo, unidad y belleza, etc. El autor ofrece para cada voz una breve meditación para entenderlas en el contexto en que nacieron. Nos ayudarán a penetrar en el misterio de Cristo, a comprender cuál es la verdadera idea de los pueblos en un tiempo en que se busca la unificación de Europa y del mundo.