¿Es posible educar en la interioridad?, ¿en el conocimiento de uno mismo?, ¿en la gestión de las propias emociones?, ¿en la capacidad que todos tenemos de construir nuestro propio proyecto de vida? No es casualidad que se hable, cada vez más, de educar en la búsqueda de sentido, en la dimensión espiritual que todos llevamos dentro, en la inteligencia emocional, Tampoco es casualidad que los centros educativos programen más actividades y experiencias encaminadas a desarrollar la dimensión más profunda del ser humano. Educar la espiritualidad es trabajar la unificación de la persona, buscando la armonía con nosotros mismos, con los demás y con todo lo que nos rodea. Asimismo nos permite trabajar una jerarquía de valores, todos ellos relacionados con la justicia, la solidaridad, el respeto por la Naturaleza, Se trata de favorecer una educación integral que permite trabajar las capacidades cognitivas, emocionales y espirituales de los niños y los jóvenes. Este libro no pretende ser una receta mágica, pero sí cree firmemente que la educación de la dimensión espiritual, ayuda a afrontar con más serenidad la vida estresante que nos envuelve, a escucharnos a nosotros mismos, a conocernos mejor, a ser más empáticos, más reflexivos, con más sentido crítico... nos ayuda a construir un
