Los libros no pueden ser morales ni inmorales, afirmaba Clarín, en 1896, al coleccionar en libro sus Cuentos morales. Así los llamó porque en ellos predomina la atención del autor [...] al hombre interior, su pensamiento, su sentir, su voluntad. Veintiocho relatos o cuadros morales, fruto, según Jose María Merino, de la poderosa imaginación del autor para inventar personajes. Un verdadero archivo de almas, muy representativo de la cultura española y europea del cuento periodístico y literario fin de siecle. Más de un siglo despues, con la capacidad poetica -e irónica- de su prosa, Clarín, cerebro y corazón (o viceversa) en entrañable ser único, sigue invitando al lector a una fascinante y punzante, por muy íntima, exploración de la interioridad humana.