Las partes que componen este poemario unen sus virtudes para hablarnos del sopor y el embeleso, de dolores intensos predicados ante una congregación de árboles y flores, del ansia de retornar al origen y aferrarse a la sensualidad de los cuerpos, al sabor de los territorios. Se enaltece la grandeza del río Grijalva, para reafirmar que el agua es un misterio cotidiano.