Diecisiete años después de que el entonces jovencito Maigret detuviera a Ernestine, llamada la Espingarda, ésta se presenta en la PolicÃa Judicial para hablar de su marido, Alfred el Triste. Experto en cajas caudales, Alfred ha tenido la desgracia de entrar a robar en una casa acomodada; cuando más enfrascado estaba en la tarea, con su linterna ha iluminado sin querer un rostro, unos ojos sin vida, unas manos crispadas en torno al auricular de un teléfono: un cadáver.