A lo largo de Antropólogos y disidentes, José Alcina Franch pasa revista a la historia y la tradición de esa línea del pensamiento español que, desde Luis Vives o Bartolomé de las Casas hasta nuestros antropólogos de hoy, ha intentado mirar a las otras culturas con una mirada inteligente, tratando de enlazar el espíritu de todas esas formulaciones que constituyen una tradición que, pese a ser muy tenue, perdura en el tiempo hasta nuestros días. Siempre minoritaria, casi siempre perseguida pese a lo que se diga, y siempre crítica, esta tradición tenue trata de lograr de este país invertebrado, plutinacional y pluticultural un país habitable, verdaderamente moderno, humanista y respetuoso, libre y avanzado que, adquiriendo lo mejor de los demás, no reniegue, por fin, de lo propio.