Las golondrinas y los osos son animales errantes, migratorios. Y también es migratorio el hombre: de la paz a la violencia; del desierto de Hoggar —corazón del universo— a los bosques balcánicos y a la agradable ciudad de Tuzla, teatro de un asedio sangriento. Maurizio Maggiani concede la palabra a un estudioso de las migraciones animales que se encuentra a diversos personajes memorables, al tiempo que descubre la belleza y la utilidad del trabajo artesanal (de amasar un pan, de construir una mesa o una jaulita para los pájaros) contra el horror de la destrucción, y antepone la piedad de los pequeños gestos a la impiedad de la guerra. Una historia dentro de una historia, una historia antigua con ecos de la gran tradición oral y, al mismo tiempo, modernísima, que migra literalmente de boca en boca, como un cuento narrado alrededor del fuego. El viajero de la noche es una novela sobre la piedad que el hombre debe devolverle al hombre. Es un vuelo, un vuelo de golondrina sobre la barbarie de un siglo que todavía no ha terminado.